miércoles, 19 de septiembre de 2012

Flores en el huerto ¿Para qué?

    Esa fue la respuesta que le di a mi mujer cuando se empeñó en colocar unos arriates en los bordes del huerto. Ella quería embellecer un poco el paisaje, pero yo solo veía una fuente más de trabajo. Total, ella sólo está allí en el verano y algún que otro día en primavera, y mantener las plantas todo el año para dos meses me parecía bastante poco rentable.
    Pero como siempre, tenía razón. No por embellecer el paisaje, sino porque la experiencia me demuestra que las flores son fundamentales en el huerto. De día en día el número de insectos que actuan en la fecundación de las flores de los cultivos se ve mermado por los insecticidas, los depredadores y las especies invasivas. Para entenderlo, conviene estudiar un poco los insectos.

    Las abejas tienen un sistema de visión especial. Tienen lo que se llaman ojos compuestos. Cada puntito llamado ocelo es una unidad receptora de luz. Como están dispuestos en distintos planos (siguiendo la figura esférica) poseen una visión espacial muy desarrollada. Pueden llegar a poseer hasta 30000 de estos ocelos, y cada uno transmite a su cerebro una imagen de la realidad, que al combinarse les proporciona una información espectacular del mundo que les rodea. Sus ojos generan en su cerebro la imagen de una manera parecida a como vemos la imagen de los nuevos televisores digitales, es decir, punto a punto (pixel a pixel) solo que cada punto es una imagen completa. Pero la imagen que recibe su cerebro, es interpretada con un ligero desplazamiento hacia los colores ultravioleta, facilitádoles la visión de este tipo de luz. Las abejas y otros insectos, pueden por tanto, distinguir perfectamente los colores ultravioleta, azul-violeta, amarillo-verde-rojo y cualquier combinación que va desde el ultravioleta hasta el amarillo-rojo sin llegar al rojo puro.

    En primavera, las abejas se sienten atraidas por estos colores. Saben que un color determinado es un tipo de alimento determinado y tienen memoria para recordar donde lo han visto. Además pueden transmitir esa información a otras abejas, con lo que si conseguimos que estén por nuestro huerto durante todo el año, tendremos garantizada su visita cuando más las necesitemos, que es en el tiempo de floración de frutales y hortalizas.

    Es interesante, por ello, conseguir que existan flores todo el año. Los meses de otoño podemos poner bulbos de otoño como la suegra y la nuera y los gladiolos.

    En invierno las margaritas y crisantemos que empiezan a florecer al final del otoño y duran casi hasta la primavera.

     Al final del invierno, por supuesto, los rosales avanzan la llegada de la primavera.

    Las abejas son las mejores aliadas del agricultor. Solo recordaremos los problemas que tienen las plantas para fecundar sus flores en invernaderos, donde se les impide la entrada e incluso se les aplican insecticidas para matar moscas y mosquitos que inevitablemente terminan matandolas. En los huertos de ciudad tienen que recurrir a fecundar las flores de calabacín con un bastoncillo de algodón porque ya no quedan abejas que realicen la polinización. En invernaderos se ven obligados a polinizar las flores de las tomateras con un cepillo suave manualmente.
    Cuidemos las abejas, porque según Albert Einstein
"El día que desaparezcan las abejas no tardaremos en hacerlo los humanos".

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