Esa fue la respuesta que
le di a mi mujer cuando se empeñó en colocar unos
arriates en los bordes del huerto. Ella quería embellecer
un poco el paisaje, pero yo solo veía una fuente más
de trabajo. Total, ella sólo está allí en el
verano y algún que otro día en primavera, y mantener
las plantas todo el año para dos meses me parecía
bastante poco rentable.
Pero como siempre, tenía razón. No por embellecer el paisaje, sino porque la experiencia me demuestra que las flores son fundamentales en el huerto. De día en día el número de insectos que actuan en la fecundación de las flores de los cultivos se ve mermado por los insecticidas, los depredadores y las especies invasivas. Para entenderlo, conviene estudiar un poco los insectos.
Pero como siempre, tenía razón. No por embellecer el paisaje, sino porque la experiencia me demuestra que las flores son fundamentales en el huerto. De día en día el número de insectos que actuan en la fecundación de las flores de los cultivos se ve mermado por los insecticidas, los depredadores y las especies invasivas. Para entenderlo, conviene estudiar un poco los insectos.
Las
abejas tienen un sistema de visión especial. Tienen lo que
se llaman ojos compuestos. Cada puntito llamado ocelo es una
unidad receptora de luz. Como están dispuestos en distintos
planos (siguiendo la figura esférica) poseen una visión
espacial muy desarrollada. Pueden llegar a poseer hasta 30000 de
estos ocelos, y cada uno transmite a su cerebro una imagen de la
realidad, que al combinarse les proporciona una información
espectacular del mundo que les rodea. Sus ojos generan en su
cerebro la imagen de una manera parecida a como vemos la imagen de
los nuevos televisores digitales, es decir, punto a punto (pixel a
pixel) solo que cada punto es una imagen completa. Pero la imagen
que recibe su cerebro, es interpretada con un ligero
desplazamiento hacia los colores ultravioleta, facilitádoles
la visión de este tipo de luz. Las abejas y otros insectos,
pueden por tanto, distinguir perfectamente los colores
ultravioleta, azul-violeta, amarillo-verde-rojo y cualquier
combinación que va desde el ultravioleta hasta el
amarillo-rojo sin llegar al rojo puro.
En
primavera, las abejas se sienten atraidas por estos colores. Saben
que un color determinado es un tipo de alimento determinado y
tienen memoria para recordar donde lo han visto. Además
pueden transmitir esa información a otras abejas, con lo
que si conseguimos que estén por nuestro huerto durante
todo el año, tendremos garantizada su visita cuando más
las necesitemos, que es en el tiempo de floración de
frutales y hortalizas.
Es
interesante, por ello, conseguir que existan flores todo el año.
Los meses de otoño podemos poner bulbos de otoño
como la suegra y la nuera y los gladiolos.
En
invierno las margaritas y crisantemos que empiezan a florecer al
final del otoño y duran casi hasta la primavera.
Al final del invierno,
por supuesto, los rosales avanzan la llegada de la primavera.
Las abejas son las
mejores aliadas del agricultor. Solo recordaremos los problemas
que tienen las plantas para fecundar sus flores en invernaderos,
donde se les impide la entrada e incluso se les aplican
insecticidas para matar moscas y mosquitos que inevitablemente
terminan matandolas. En los huertos de ciudad tienen que recurrir
a fecundar las flores de calabacín con un bastoncillo de
algodón porque ya no quedan abejas que realicen la
polinización. En invernaderos se ven obligados a polinizar
las flores de las tomateras con un cepillo suave manualmente.
Cuidemos las abejas, porque según Albert Einstein "El día que desaparezcan las abejas no tardaremos en hacerlo los humanos".
Cuidemos las abejas, porque según Albert Einstein "El día que desaparezcan las abejas no tardaremos en hacerlo los humanos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario