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Aquel revuelto de ajetes, trigueros y huevo, salteado con jamón serrano que
hacían en el Mesón Extremeño de Don Benito...
Ese
año, a mi novia la habían destinado a esa bonita localidad extremeña, y como no tenía coche,
yo la llevaba los domingos y cenábamos en el Mesón a base de picoteo. No sé si
esos ajetes eran especiales, o era el intento de saborear hasta el último
momento que estaría con ella hasta el viernes que volviera a recogerla, lo que
me hace recordarlo de una manera muy entrañable.
Ayer
me llevé una agradable sorpresa en mi huerta. Cuando hablamos de la lucha contra los bichitos, comentamos que si poníamos unos dientes de ajo, que son
antibióticos, al pie del árbol, se evitaban muchas enfermedades.
Pues
bien, los dientes se convirtieron en cabezas, y las cabezas germinaron hasta
producir un haz de ajetes un año después. Este es el proceso:
Los
ajetes, por tanto, son ajos tiernos, con las mismas propiedades que el ajo y
con un sabor más suave y agradable. Son un condimento que le viene muy bien a
multitud de platos. Ensaladas, revueltos, tortillas, acompañando arroces,
salsas, etc.
Los
hemos conseguido sin hacer nada. Se regaron con el goteo del árbol, y no hemos
tenido que remover la tierra ni ninguna otra tarea, por tanto es un regalo más
que nos hace la huerta.
Tenemos
que renovar los ajos a los pies del árbol, para que vuelvan a hacer su trabajo
antibiótico y bactericida, y además, poder tener nuestra cosecha de ajetes el
próximo invierno.
Hoy,
25 años después, saboreando estos ajetes, en el calor de nuestro hogar, miro a
mi esposa con una sonrisa cómplice y le pregunto: “¿Te acuerdas de aquellos
ajetes...?”
¡Qué interesante explicación y qué bien acompañada de esa entrañable vivencia personal!
ResponderEliminarY esos ajetes...qué ricos. Lástima que provoquen más gases de los deseables.
Un abrazo, Sr. Hortelano.
Al final gracias a ese método te salió un tesoro. Qué experiencia más chula.
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