jueves, 14 de febrero de 2013

Esos locos bajitos...



            Cuando nacemos nos parecemos a nuestros ancestros. Se establece una pugna por ver quién dice el parecido más razonable. Que si tiene la nariz de su padre, que si los ojos de su madre, e incluso hay algún familiar malintencionado que cree reconocer al vecino del quinto o al mejor amigo de su padre.
            Bromas aparte, es indiscutible que en los seres vivos la genética se impone al tomar la información de ambos cónyuges y, aunque con la cabeza más gorda y los miembros más cortos, nos parecemos mucho a nuestros padres y más aún a nuestros abuelos.

            En el reino vegetal también pasa lo mismo, aunque ese parecido en los primeros momentos no sea tan evidente. No es la primera vez que haciendo trabajos de desherbado nos hemos llevado por delante los brotes recién nacidos de nuestras plantitas al confundirlas con maleza.
            Por eso es indispensable que aprendamos a conocerlas. Pongamos unos ejemplos.
             La col de Bruselas, nadie diría que de adulta se convertirá en un tronco granado de coles pequeñitas.
             La remolacha, que parecen dos orejillas. Más adelante, las hojas comenzarán a ensancharse como las de las acelgas.
             Las zanahorias, ya apuntan maneras, aunque si las sacamos veremos sólo un hilillo de raíz.
             La espinaca es muy rara. Lo primero que salen son dos cintas de color verde, para después, por el centro, formar hojas redondas. Aquí se ve una recién nacida entre dos adultas.
              La lechuga, clavadita a sus padres, pero aún con pocas hojas.
             Estos corazoncitos verdes son las hojas del rabanito. Más adelante comenzarán a multiplicarse los lobulillos de la hoja, quedando irreconocible.
             La cebolla, con sus hojas tubulares, sólo dos, de momento.
             Los puerros, muy similares a las cebollas, pero ya se pueden distinguir por el color y porque sus hojas son planas en lugar de en forma de tubo.
             La mata de la alcachofa, recién salida de la semilla. Más adelante las hojas comenzarán a ser muy dentadas, como con pinchos.
             Esta sí que es difícil de ver. Se trata del espárrago brotado de semilla, que pasa desapercibido porque es como un pelo. Los espárragos se suelen sembrar plantando raíces, pero yo he preferido sembrar la semilla y hacer matas completamente nuevas.

            Esta es una pequeña muestra de nuestras plantas recién salidas de la semilla. El hecho de que muchas no se reconozcan es porque las primeras hojas suelen ser los cotiledones de la semilla, transformados. Las hojas verdaderas se forman cuando crece la yema apical.

1 comentario:

  1. Y yo que pensaba que la vena literaria del niño venía de la madre.
    Interesante entrada con una simpática introducción. Cada ser vivo está lleno de peculiaridades.
    Gracias por darnos a conocer todas estas curiosidades, amigo.

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