jueves, 20 de septiembre de 2012

El Melón

            En verano no podía faltar esta refrescante fruta que ha acompañado a la humanidad desde siempre, y sin embargo no sabemos localizar una ubicación para determinar su origen. Sólo podemos decir que hay constancia de que los trabajadores de las pirámides egipcias lo consumían asiduamente. En la época romana y medieval también era muy apreciado.
            Al tratarse de una cucurbitácea herbácea no es difícil su cultivo, aunque si bien germina con facilidad, conseguir que crezca alegre ya es otra cosa. Las matas se ramifican en brazos muy largos, y cuanto más se aleja la flor del tallo central, mas pequeños serán los melones. Necesitan terrenos arenosos bien drenados y bastante sustancia en descomposición así como un clima subtropical. La zona mediterránea es ideal para este cultivo, sin embargo, desde la llegada de los españoles a  América, se cultivan abundantemente en el centro y sur del nuevo continente.

            Existen 850 variedades de melones, muchas de ellas fruto de hibridaciones, pero los más conocidos son los amarillo canario y los piel de sapo. Estos últimos son los que yo cultivo. Las flores, al igual que los calabacines, pueden ser masculinas, femeninas y como particularidad también las pueden generar hermafroditas. En cualquier caso la fecundación es entomófila, por tanto, no me canso, cuidemos los insectos fecundadores.

            Saber cuando cortar un melón en su punto justo de maduración es uno de los misterios mejor guardados. Se dice de los melones que son como los novios, que hasta que no se calan no se sabe como van a salir. En parte lleva razón el refrán, -me refiero en cuanto al melón- porque no hay trucos en este caso. Que si por el sonido cuando se le da un golpe, que si apretandole el culo y no debe estar ni muy duro ni muy blando... etc.

            Confieso que en la tienda soy incapaz de distinguirlos, pero en el huerto tenemos un truco que puede valer. El melón conforme va madurando va tomando color. Debemos arroparlo con las hojas de la mata para que no se asolane, pero aún así, en la parte de arriba se le pega el sol. Si miramos en la parte que asienta el melón en el terreno, podemos ver que si está aún verde claro, estará inmaduro. Sólo cuando esta parte se pone amarilla es cuando está hecho. Una vez cortado el melón es imposible saber si la parte amarilla corresponde al asiento o a la parte insolada.

            El melón, además de refrescante y de sabor delicioso, es diurético, ligeramente laxante, contiene antioxidantes, potasio, magnesio, hierro y calcio. Recomendable para diabéticos y obesos y previene del envejecimiento.

            El melón piel de sapo es más duradero que el amarillo. Yo he comido mis melones en febrero y marzo porque, con buenas condiciones se conservan sin problemas.

            De postre, son exquisitos, y cuando nos sale alguno algo menos dulce, lo preparamos con jamón, como los franceses o lo echamos al gazpacho.

            Las primeras flores generan melones más grandes. En la segunda tanda de flores, los melones se quedan pequeños, pero de igual sabor, por lo que me permito una receta francesa: melón al oporto. Consiste en cortar por la mitad transversal estos pequeños melones, retirar las pipas y rellenar el hueco con vino de oporto. Luego se come a cucharadas utilizando la piel como envase.

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