Quien
me conoce sabe que no soy partidario de mantener un árbol enfermo a cualquier
coste. Pienso que es mejor arrancarlo y poner otro nuevo y sano. Eso evita que
las enfermedades se transmitan de unos a otros, pero este caso es distinto.
Los
naranjos no se entresacan, es decir, ellos solos eliminan la fruta que no van a
poder engordar. Unas veces tirando la flor apenas cuaja, otras veces cuando
tienen un par de centímetros las seca y se sueltan de la rama.
Pero
en ocasiones, con buenas condiciones de humedad y nutrientes en el suelo, el
árbol mantiene más fruta porque puede engordarla, pero no está preparado para
soportar el peso y pasa esto:
El
año pasado por estas fechas, y tras unos días de viento me encuentro que uno de
los naranjos más frondosos se ha partido en dos. La rama de la izquierda no
pudo soportar el peso de la fruta y se rasgó justo por la horquilla.
En
esta situación tenía dos opciones. O prescindir de la rama rota, con lo que el
árbol quedaría desmochado y con un aspecto raro, o intentar soldar la rotura.
Esto no es fácil ya que hay mucha fruta que queda por madurar, y
previsiblemente el flujo de savia no sería suficiente para que llegaran a
término de maduración. Eso sin contar que la rama podría secarse sin solución,
pero merecía la pena intentarlo.
Así
que manos a la obra. Primero trabajos de apuntalamiento, y ayudado con una
cuerda, haciendo polea, intentar acercar las dos mitades lo más posible.
Después con una mordaza sargenta juntarlas más. Luego rodeo toda la rotura con
una venda fabricada con tiras de goma de cámara de neumático. Y por último un
alambre bien apretado y cubrir con masilla para injertos toda la herida.
Hubo
que colocar otro alambre por encima, sujetando la rama rota a una principal, a
modo de viento, para intentar descargar de peso la zona de la rotura.
El
resultado es excelente. No sólo conseguimos llevar a término la fruta que
pendía de la rama dañada, sino que además, en ningún momento se secaron las
hojas ni se pusieron feas. El resto del árbol tampoco sufrió daños y un año después
sigue su proceso de curación funcionando perfectamente. Esta primavera ha
florecido con normalidad, y aquí se puede ver que este año vuelve a estar
cargado.
Se
aprecia en la foto la cicatriz de la rotura ya curada por debajo de la venda. Posiblemente
cuando pase otro año más podremos retirar el alambre y la venda, o al menos
aflojarla para no estrangular la rama, aunque sigamos manteniendo el viento
para evitar que vuelva a pasar.
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