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lunes, 14 de noviembre de 2016

Maíz transgénico.



                Cuando me atreví a poner mis gallinas a primeros de año, hablando con mi amigo Juan, le transmití la idea de alimentarlas sólo con lo que encontraran ellas en el campo y con un aporte de maíz exclusivamente, para que la alimentación fuera lo más natural posible, y él me dijo: “Amigo Sebas, no vas a encontrar maíz que no sea transgénico”. Efectivamente, no se equivocaba.

                Me pongo manos a la obra, y empiezo a informarme buscando por aquí y por allá datos de qué es eso de la transgenia, y encuentro algunas cosas que ya sabía. Es verdad que en la Naturaleza los cruces en la genética de plantas, así como entre animales de distintas especies es frecuente. Mucho más cuando el hombre comenzó a experimentar con la agricultura interviniendo de forma activa en la Selección Natural de las semillas o de los mejores ejemplares de ganado. Más adelante, se comenzó a cruzar los pólenes de distintas especies con el objetivo de mejorar las características de algún cereal o fruta. Pero en estos casos siempre se dejaba actuar los mecanismos de la Naturaleza, de manera que especies a todas luces incompatibles no generaban cruces estables.
                Pero hoy ya contamos con la Ingeniería Genética. El hombre jugando a ser dioses que pueden intervenir en las secuencias de ADN de los organismos vivos para variar sus genes, entremezclando unos con otros. Confieso que he leído varias veces las descripciones que cuentan en la Wikipedia y me voy enterando de bastante, pero cuando llego a los términos científicos como protoplastos y demás, me voy quedando con lo superficial. Y esto es, que la manipulación genética se hace para mejorar productividad de los cultivos y para que sean más resistentes a herbicidas e insecticidas (es curioso, ¿nada negativo?).
                Pero qué pasa con los acuíferos, con el envenenamiento de animales, con los efectos que puedan producir estas manipulaciones a largo plazo en los seres humanos. Se dice que el maíz transgénico es resistente a herbicidas, pero por esa misma razón, los agricultores inundan de glifosato los campos. Estoy en una zona donde siembran hectáreas de tomates y he visto pájaros muertos tras una rociada de herbicida, sólo por ingerir las semillas de las hierbas fumigadas. Que el maíz sea invulnerable al herbicida no quiere decir que no lo absorba. En fin, como hay suficientes intereses económicos como para no poder solucionar el problema, me dispongo a hacer un experimento propio. Sembrar maíz transgénico, del que comen mis gallinas, a ver qué sale.
                Lo primero que observo es el nivel de germinación. Es mínimo. De cada 20 semillas tan solo germinaron 4 ó 5. Eso supone un 75%-80% de fallos, algo absolutamente inasumible para cualquier agricultor. Leyendo más, me entero de que es uno de los efectos que se persiguen cuando se manipula; los agricultores tienen obligatoriamente que comprar las semillas, y no pueden sembrar las del año anterior, por muy buena apariencia que tenga el grano.
                Entre los escasos aciertos, hay todo tipo de anomalías. Unas cañas altísimas que no consiguen sacar ni una sola mazorca, cañas con 6 y 7 mazorcas, mazorcas que alargan el tallo en el que están insertadas hasta parecer más que una caña, un arbusto, etc.
                Otra de las anomalías es el nivel de fecundación de las mazorcas. Hay algunas que ni siquiera consiguen fecundar un grano. En otras el nivel de fecundación es bajísimo. Aparecen granos sueltos distribuidos por una mazorca casi estéril.
                Y lo peor de todo, la influencia negativa que ejercen en otras variedades de maíz próximas. Por poner un ejemplo, he sembrado maíz dulce cerca de las transgénicas y algunos granos son claramente de la variedad transgénica.
                Así que mis conclusiones son: No podemos luchar contra las multinacionales, pero sí podemos intentar preservar nuestras especies autóctonas una vez que conocemos los peligros. Animo a todo el mundo a que lo intente, y para ello, sembremos nuestros autóctonos lejos de los experimentales, intentemos sembrar nuestras propias semillas ya que están aclimatadas a nuestros suelos, temperaturas y humedades y son fruto de la Naturaleza y no de un laboratorio.  En cuanto a los posibles efectos adversos del consumo de los transgénicos a largo plazo… que Dios nos coja confesados.

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