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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Pasas. Secando uvas.



                Este año no ha sido bueno para las uvas. Las cosechas han sido escasas y en muchos casos se han perdido cultivos enteros. Creo que el clima aquí en nuestra zona ha sido bastante irregular. En nuestro caso, yo sólo tengo seis cepas de uva negra sin pepitas Autumn Royal y una cepa Dawn Seedles de uva blanca sin pepitas. Es cierto que todas son bastante jóvenes, aunque ya el año pasado dieron algún racimo. Pero este año, el mildiu ha atacado muy fuerte y a pesar de que curamos con azufre en primavera, unas repentinas tormentas debieron barrer la cura.
                Mi vecino Andrés tiene una pérgola cubierta de parras. Este año él ha tenido más suerte que yo, y sus parras han tenido una cosecha aceptable. No conozco la varieda, pero deben ser Sultana sin pepitas. El caso es que al final me regaló media cajita de racimos y como en ese momento teníamos mucha fruta, me decidí a secarlas para pasas.
                Lo primero, lavarla con agua y eliminar parte de las uvas estropeadas, rotas o podridas.
                Luego atamos con una cuerda dos racimos, uno a cada extremo y los tendemos en un tendedero de ropa.
Cada día, hay que ponerlas al sol y recogerlas por la tarde, para facilitar que se vayan deshidratando de manera natural.
                Cuando las uvas empiezan a ponerse oscuras, es indicativo de que han perdido parte del agua, concentrando los azúcares. Aún no están arrugadas, pero ya se ve como los tallos se han secado convirtiéndose en palos que crujen al intentar doblarlos.
Es el momento de desgranar uva por uva, quitando los rabillos y eliminando cualquier hollejo seco.
                Las vamos colocando estiradas en una caja de cartón y siempre que tengamos oportunidad seguiremos sacándolas al sol, removiendo los montones de vez en cuando para que todas queden lo más deshidratadas posible.
                Por último, embolsamos y listo, unas pasas estupendas para acompañar bizcochos, platos de cocina o simplemente como postre. Todo el proceso ha durado unos dos meses y están buenísimas además de ser muy beneficiosas para la salud. Están consideradas frutos secos y son un alimento muy energético al contener hierro, cobre y manganeso. Fortalecen el sistema nervioso y combaten la osteoporosis. Tratan el estreñimiento y contienen antioxidantes. Eso sí, contienen gran cantidad de azúcar por lo que las personas con el azúcar alto deben comerlas con moderación.
 Gustan...?

lunes, 14 de noviembre de 2016

Maíz transgénico.



                Cuando me atreví a poner mis gallinas a primeros de año, hablando con mi amigo Juan, le transmití la idea de alimentarlas sólo con lo que encontraran ellas en el campo y con un aporte de maíz exclusivamente, para que la alimentación fuera lo más natural posible, y él me dijo: “Amigo Sebas, no vas a encontrar maíz que no sea transgénico”. Efectivamente, no se equivocaba.

                Me pongo manos a la obra, y empiezo a informarme buscando por aquí y por allá datos de qué es eso de la transgenia, y encuentro algunas cosas que ya sabía. Es verdad que en la Naturaleza los cruces en la genética de plantas, así como entre animales de distintas especies es frecuente. Mucho más cuando el hombre comenzó a experimentar con la agricultura interviniendo de forma activa en la Selección Natural de las semillas o de los mejores ejemplares de ganado. Más adelante, se comenzó a cruzar los pólenes de distintas especies con el objetivo de mejorar las características de algún cereal o fruta. Pero en estos casos siempre se dejaba actuar los mecanismos de la Naturaleza, de manera que especies a todas luces incompatibles no generaban cruces estables.
                Pero hoy ya contamos con la Ingeniería Genética. El hombre jugando a ser dioses que pueden intervenir en las secuencias de ADN de los organismos vivos para variar sus genes, entremezclando unos con otros. Confieso que he leído varias veces las descripciones que cuentan en la Wikipedia y me voy enterando de bastante, pero cuando llego a los términos científicos como protoplastos y demás, me voy quedando con lo superficial. Y esto es, que la manipulación genética se hace para mejorar productividad de los cultivos y para que sean más resistentes a herbicidas e insecticidas (es curioso, ¿nada negativo?).
                Pero qué pasa con los acuíferos, con el envenenamiento de animales, con los efectos que puedan producir estas manipulaciones a largo plazo en los seres humanos. Se dice que el maíz transgénico es resistente a herbicidas, pero por esa misma razón, los agricultores inundan de glifosato los campos. Estoy en una zona donde siembran hectáreas de tomates y he visto pájaros muertos tras una rociada de herbicida, sólo por ingerir las semillas de las hierbas fumigadas. Que el maíz sea invulnerable al herbicida no quiere decir que no lo absorba. En fin, como hay suficientes intereses económicos como para no poder solucionar el problema, me dispongo a hacer un experimento propio. Sembrar maíz transgénico, del que comen mis gallinas, a ver qué sale.
                Lo primero que observo es el nivel de germinación. Es mínimo. De cada 20 semillas tan solo germinaron 4 ó 5. Eso supone un 75%-80% de fallos, algo absolutamente inasumible para cualquier agricultor. Leyendo más, me entero de que es uno de los efectos que se persiguen cuando se manipula; los agricultores tienen obligatoriamente que comprar las semillas, y no pueden sembrar las del año anterior, por muy buena apariencia que tenga el grano.
                Entre los escasos aciertos, hay todo tipo de anomalías. Unas cañas altísimas que no consiguen sacar ni una sola mazorca, cañas con 6 y 7 mazorcas, mazorcas que alargan el tallo en el que están insertadas hasta parecer más que una caña, un arbusto, etc.
                Otra de las anomalías es el nivel de fecundación de las mazorcas. Hay algunas que ni siquiera consiguen fecundar un grano. En otras el nivel de fecundación es bajísimo. Aparecen granos sueltos distribuidos por una mazorca casi estéril.
                Y lo peor de todo, la influencia negativa que ejercen en otras variedades de maíz próximas. Por poner un ejemplo, he sembrado maíz dulce cerca de las transgénicas y algunos granos son claramente de la variedad transgénica.
                Así que mis conclusiones son: No podemos luchar contra las multinacionales, pero sí podemos intentar preservar nuestras especies autóctonas una vez que conocemos los peligros. Animo a todo el mundo a que lo intente, y para ello, sembremos nuestros autóctonos lejos de los experimentales, intentemos sembrar nuestras propias semillas ya que están aclimatadas a nuestros suelos, temperaturas y humedades y son fruto de la Naturaleza y no de un laboratorio.  En cuanto a los posibles efectos adversos del consumo de los transgénicos a largo plazo… que Dios nos coja confesados.