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viernes, 17 de febrero de 2017

Esponja exfoliante Luffa.



                El año pasado, una amiga de mi esposa le regaló unas semillas de una planta que producía esponjas naturales, junto con un trozo de esponja que más bien parecía un estropajo suave. Las semillas eran negras y parecían pipas de sandía, así que busqué un sitio en el arriate y las sembré al lado de los rosales, y como no tenía ni idea de la época de siembra, decidí esperar a la primavera, aunque tengo que decir que se me pasó un poco la fecha y no las puse hasta junio.

                El inicio de la planta me pareció una mata de pepinos, pero enseguida empezó a trepar por todo lo que encontraba y lo más cercano que tenía era el rosal. Poco a poco fue colonizándolo al completo, siendo más visible la planta que el propio rosal.
                Rápidamente, y por el tipo de flores –de un color amarillo intenso-, me di cuenta de que era una cucurbitácea, con unas flores con un claro dimorfismo. Las masculinas muy pequeñas y en racimo y las femeninas casi como la flor de un hibisco.
                Tardó en fecundar alguna femenina, creo que porque las masculinas son menos numerosas o se caen antes, pero al final, sobre agosto, empezamos a ver flores fecundadas, con el tallo engrosado, con un aspecto muy parecido a un calabacín, sólo que en esta planta aparecen entremezclado en el entramado de enredadera.
                Aparentemente la piel verde del fruto es débil, de hecho se roza con cualquier rama, produciendo una herida que en pocos días cicatriza dejando una marca seca.
                A finales de septiembre empezaron a secarse las matas, y por tanto, también los calabacines luffa. Recolectamos y almacenamos en un lugar oscuro y seco para permitir que se deshidrataran completamente.
En diciembre ya se pueden ver completamente secos. No pesan nada y si los agitas puedes escuchar las semillas como un sonajero.
                La piel se ha convertido en una corteza crujiente que se desprende como la cáscara de un huevo, dejando ver un entramado de fibras con tres agujeros longitudinales donde se desarrollaron las semillas.
                Sacudiendo simplemente lo que ya se ve claramente como una esponja, salen las semillas sin ninguna dificultad. Las reservamos para posibles nuevas siembras.
                Cortamos las esponjas con distintos tamaños y formas, desde cortes longitudinales hasta cortes a la mitad, adaptando la forma a nuestros gustos. Posteriormente, hervimos las esponjas en agua con un chorro de legía para desinfectarlas, y dejamos secar antes de almacenarlas.
                Son exfoliantes de las células muertas en la ducha y duran bastante para tratarse de una esponja natural. Activa la circulación sanguínea, no deja residuos en la piel y no daña el medio ambiente. Es además un relajante muscular, tonificando la piel y previniendo el acné. También se puede usar como estropajo de cocina, para fregar vajilla delicada, ya que no raya las superficies y sobre todo, es ecológica.