La
lechuga, como ya vimos en su momento, a pesar de ser una de las verduras que
maduran más rápidamente, son bastante difíciles de cultivar por los
requerimientos de humedad y temperatura. De hecho, yo siempre había comprado
los plantones porque no conseguía que germinaran. Si pones la semilla en las
bandejas de porespán alveoladas y están en interior, no consiguen suficiente
luz para germinar. Si las sacas al aire, la tierra se seca con facilidad y
tampoco tiran.
Así
que se me ocurrió otro procedimiento. Consiste en preparar un trozo de tierra
al aire libre, pero al abrigo de los fríos y permitiendo la mayor cantidad de
luz posible, cubriéndolo con un plástico transparente.
Habilité
un espacio como de 80x40 cm. a la sombra de un seto de arizónica. El seto está
colocado en dirección norte-sur, por tanto proyecta la sombra de poniente,
manteniéndose soleado hasta el mediodía. Para evitar que la sombra enfríe la
tierra he colocado unos trozos de tubo de goteo en forma de arco, y cubiertos
por un plástico transparente.
La
tierra, mezclada con un poco de sustrato vegetal, y muy batida para que se mantenga
muy tierna. Las semillas directamente sobre la tierra y pasando suavemente la
carda por encima. La humedad es suficiente con las primeras lluvias del otoño,
para no tener que regar. Las posteriores lluvias no afectarán al terreno al
estar cubierto, sin embargo, el agua que caiga alrededor del semillero seguirá
cediendo humedad sin apretar la tierra, con lo que no hay que regar nada.
De
cuando en cuando, la condensación de la humedad en el plástico se puede
revertir al terreno golpeando ligeramente el plástico con un dedo.
A
mediados de Octubre fabricamos el semillero, y en un mes pudimos sacar los
primeros plantones. Al estar la tierra tan suelta, sólo tirando de la parte
verde, sale completamente con toda la raíz. Los colocaremos en el mismo surco donde
hemos cosechado las primeras lechugas. Como las pusimos a uno 30-40 cm de
distancia, y la raíz de la lechuga no suele superar los 10 cm de diámetro, en
el espacio entre dos lechugas cosechadas se puede sembrar un nuevo plantón,
pues aún encontrará nutrientes para desarrollarse.
De
esta manera, se puede tener un suministro continuo de plantones, ya que hasta
que no se trasplantan no comienzan a acelerar el desarrollo, manteniéndose
parados pero frescos durante meses. Aquí se puede ver una lechuga plantada hace 10 días y al lado otra reciente.
Parece que funciona, así que de momento, dejamos de comprar plantones de lechuga y compraremos un sobre de semillas, que es más barato y al menos duran tres años. Otro ahorro.