El
año pasado, cuando terminamos la cosecha de judías verdes, dejé que se secaran
las matas como siempre, con el objeto de incorporarlas al terreno. Quedaron
algunas vainas sin recoger y al abrirlas, las semillas me parecieron muy
similares a las judías blancas, aunque más oscuras. Eso me dio la idea de
sembrar las judías blancas con el propósito de probar a recogerlas aún verdes y
ver a que sabrían.
Así
que sembré a mediados de abril un puñado de judías blancas, de las corrientes
de casa, (Phaseolus vulgaris), para ver como se daban. Las puse en un surco al lado
de las judías verdes, y llegó un momento que no distinguía las matas de
parecidas que eran. La única diferencia es que las flores eran blancas, y las
de las judías verde son violeta, pero las matas son enanas y por tanto mucho
más manejables que las de enrame.
Las
vainas también eran muy parecidas, de manera que cogimos unas cuantas en verde
para probarlas cocidas como las judías verdes, y nos sorprendimos comprobando
que eran casi iguales de sabor. Incluso algo más dulces, pero igual de suaves y
agradables.
Afortunadamente,
este año la cosecha de judías verdes está siendo muy buena, recojo unos 750
gramos cada dos días, y por eso, las judías blancas no va a ser necesario
cosecharlas verde.
Esperamos por tanto, a que se secaran, y observamos que su
comportamiento es muy similar al de las carillas, es decir, que por una parte
se van secando y por otra continúan saliendo flores nuevas y madurando vainas,
así que hemos empezado a recolectar las que se van secando.
El
otro día, mi dueña me coció unas pocas con agua, sal y hoja de laurel. Una vez
frías, las añadió al picadillo de tomate, pepino, cebolla y pimiento. Una
comida muy veraniega y apetecible.
Además
de tener otro producto de la huerta delicioso, como siempre digo, sembrar
judías no solo es un placer para los sentidos, sino un beneficio enorme para la
huerta. Las matas de las judías generan una bacteria en su raíz que fija el
nitrógeno atmosférico al suelo, nitrificando el terreno de manera natural. Este
año he sembrado pimientos y berenjenas en el sitio donde tuve las legumbres el
año pasado. Creo que la foto de ayer es suficientemente explicativa de cómo
está el terreno sin ni siquiera haberlo estercolado.