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viernes, 14 de octubre de 2016

Cuando la Naturaleza toma el control.



            Ya hace tiempo que vengo observando un comportamiento cada vez más anormal en la huerta. Por anormal me refiero a que no tenemos la guía válida para los ciclos de siembra y recolección que teníamos antiguamente. Siempre lo achaqué a que en ocasiones muchas de las semillas que usamos vienen de otros climas y zonas que cada vez se aclimatan con más facilidad al nuestro.
            No quiero entrar en la polémica del tan temido Cambio Climático, pero lo cierto es que muchas de nuestras plantas de siembra corriente en nuestras latitudes muestran un comportamiento cada vez más anómalo.
            En concreto este año, estamos aún recogiendo tomates, los pimientos están a pleno rendimiento y las carillas, apenas sembradas hace un mes y medio de semilla, ya están produciendo vainas a todo trapo.


            Pero lo que ya me ha descolocado totalmente es mi cerezo.
        Ha tenido un comportamiento absolutamente normal durante toda la primavera y verano. 

         Aunque es cierto que está tardando mucho en tirar la hoja. Recordemos que estamos en otoño, y por estas fechas lo que procede es que las hojas se sequen y caigan, pero este año aún no ha pasado.

            Ayer dando un paseo por mi huerta, relajadamente, haciendo caso a las señales de la Naturaleza y meditando sobre las futuras acciones que emprender en el huerto –hay que ir quitando ya la siembra de verano y planificando los cultivos de invierno-, reflexionaba sobre lo poblados que siguen los frutales de hueso, y al mirar al cerezo, entre hojas medio secas, con ese tono parduzco que van adquiriendo, algo brillante me llamó la atención.


            Es cierto que ya me había fijado en que las yemas del cerezo se encontraban bastante apretadas, e incluso habían salido brotes nuevos, cuando lo que procede es que se desnude completamente, pero encontrar una flor… a mediados de Octubre, desmonta absolutamente todos mis esquemas.

            Esto era algo que había visto en algún naranjo, como una anomalía no descartable, ya que los cítricos hacen esas excentricidades a veces, pero en un cerezo es algo inaudito.
            Siguiendo con mi paseo, observo que todo el campo en realidad, parece de otra temporada, y para muestra, bajo un naranjo encuentro un girasol.

            No, amigos, no es que la Naturaleza se haya vuelto loca. Sólo está adaptándose al nuevo clima. Gaia analiza la situación y actúa en consecuencia.

         No creo que tengamos dos cosechas de cerezas. Seguramente en cuanto arrecien los fríos del invierno la flor se caerá junto con el resto de hojas, pero la anomalía existe. El árbol necesita el período recesivo y prepararse para la próxima primavera. Ahora mi duda es ¿tendrá tiempo de recuperarse?, ¿tendrá una floración normal? La próxima primavera despejará estas incógnitas, pero de lo que a mi juicio ya no cabe ninguna duda es que el Cambio Climático ha llegado para quedarse y al igual que la Naturaleza, tendremos que adaptarnos.

      Edito seis días después para incluir un vídeo en el que se pueden aprecial más yemas floreciendo. Ahora si que me parece muy raro porque una cosa es que aparezca una flor, pero por lo que se ve, si no empieza el frío, las flores seguirán saliendo. Raro, raro, raro.