Es
curioso, ahora que se ha puesto de moda entre los modernos las bayas de goji,
creo que puede ser el momento de impulsar otra de nuestras joyas olvidadas de
la dieta mediterránea.
Las
azufaifas o azofaifas son unas bayas con aspecto de aceituna de color marrón
rojizo cuando están maduras, que consumíamos de pequeños tomándolas prestadas
de los huertos familiares. El árbol, el azofaifo tiene un aspecto arbustivo,
aunque convenientemente podado se convierte en un árbol de hasta unos 10 metros
de altura. Según Plinio, este árbol procedente de Asia, fue introducido en el
mediterráneo por griegos y romanos. Sus hojas pequeñas y de un verde intenso y
brillante, con peciolos pequeños y tres nervios son alternas sobre las ramas
que desarrollaron una serie de pinchos para evitar ser comidas por los
herbívoros.
El
azufaifo no es muy exigente con el terreno, aunque agradece los terrenos
sueltos y arenosos, la verdad es que con una humedad adecuada, casi no necesita
nada más. También agradece la luz del sol directa para la fecundación de sus
flores, y un aumento de temperatura en otoño, hace que los frutos engorden más
y maduren antes.
El
sabor de las azufaifas cuando están amarillas y pintonas es dulce y un poco
ácido –parecido a la manzana-, y cuando están muy maduras o pasas se vuelve aún
mas dulce aunque algo empalagoso, que recuerda a los dátiles.
El
capitulo de propiedades es larguísimo. Toda la planta podría llenar un tratado
de farmacia natural, según se use el fruto, las hojas, los tallos o las raíces.
Incluso contiene características contradictorias. Sólo citaremos algunas:
Todas
las partes de la planta contienen una sustancia llamada ácido betulínico –el
mismo compuesto que el de la corteza del abedul-, que actúa contra varios tipos
de tumores específicos. Recientemente se ha estudiado con resultados positivos
su potencial para acabar con las células del melanoma humano sin dañar las
células vivas. El fruto contiene suficiente vitamina C, B1 y B2 como para que
una sola azufaifa pueda colmar las necesidades de un día de estas vitaminas. En
la medicina tradicional china se le han atribuido propiedades sedativas,
antiinflamatorias, antiulcerosas, antifúngicas, antibacterinas e
inmunoestimulantes. Combate las afecciones pulmonares y la fiebre, la
indigestión y las crisis hepáticas.
Las
azufaifas pasas tienen propiedades laxantes suaves y sus antioxidantes ayudan
en la prevención del deterioro de la memoria.
La
semilla –es decir el hueso, también muy parecido al de la aceituna- se utiliza
para el tratamiento del insomnio y la ansiedad. El aceite esencial de la
semilla, favorece el crecimiento del cabello.
Las
hojas son antidiarréicas, hipoglucemiante suave y sirven para tratar el asma y
la fiebre. Las hojas secas mezcladas con corteza del propio árbol pulverizada,
aplicadas en cataplasma favorecen la cicatrización de las llagas.
La
raíz es purgante. La decocción de raíces se da como febrífugo, tenicida –ayuda
a expulsar la tenia- y emenagogo. El jugo fresco de la corteza de la raíz se
recomienda para tratar la gota y el reumatismo.
Las
flores en infusión se aplican en forma de loción para mejorar la congestión
ocular.
La
madera del azufaifo se utiliza para fabricar instrumentos musicales de viento.
Y
hasta el momento se siguen encontrando propiedades de esta magnífica planta.
Lástima que ya casi nadie las sepa apreciar. Al menos cuando éramos pequeños
las comíamos por su sabor, sin pensar en las propiedades. Hoy por hoy pocos
podemos disponer de un azufaifo aunque su reproducción es simple. Basta con
sacar alguno de los hijuelos que aparecen al pie del árbol con un poco de raíz.
Los míos tienen dos años, y aunque poca fruta, ya podemos probarlos. La máxima
producción empezará a partir de los siete y se extenderá por muchos años,
porque llegan a ser centenarios.
Probadlas
y olvidaréis las bayas de goji.