Hace cinco años, en este mismo blog, me atrevía a criticar la actitud de las Administraciones en el tratamiento que le profesaban a esta planta invasiva llamada Camalote. Ya entonces era un problema antiguo, pues veníamos padeciéndolo desde 2004, que empezamos a ver las primeras plantas flotando río abajo.
Al igual que nosotros, otros
advirtieron también del problema pero por lo que parece, las Administraciones
continuaron si no ignorándolo, al menos, no poniendo el celo necesario,
ninguneando los perjuicios que ya entonces estaba ocasionando no solo a los
pescadores, regantes y usuarios del río, sino también a todo el entorno.
Pues bien, seguimos con el mismo
problema pero incrementado. Un paseo por las orillas del río es suficiente para
darse cuenta de la magnitud que ha llegado a adquirir. Recorriendo el Paseo del
Guadiana en Mérida mucha gente se queda asombrada por la acumulación de esta
mancha verde que cubre prácticamente todo el agua, pero donde realmente se ve
la catástrofe es río arriba. Nosotros hemos paseado en busca de moras (en esta
zona había numerosas zarzamoras) por las inmediaciones del río en el Término Municipal de
Valverde de Mérida, y el espectáculo es verdaderamente catastrófico.
Una máquina excavadora, a la que le
han tenido que abrir paso arrancando árboles de la orilla, accede al camalote,
sacándolo de agua para almacenarlo en las laderas.
Montones de camalote en estado de
putrefacción, destilan un juguillo oscuro y grasiento, pestilente, que impregna
todo el paisaje. Charcos de esta sustancia, van filtrándose al suelo con consecuencias
aún por determinar.
La desilusión que nos llevamos fue
morrocotuda. Pensamos mi esposa y yo que disfrutaríamos de un atardecer de
paseo recolectando moras en un paisaje impregnado de aroma a eucalipto escuchando
el canto de los pájaros y el aletear de algún que otro pato saliendo de las
orillas y nos encontramos con la imagen de la desolación. Creo que las fotos
hablan por sí solas.
No me valen las excusas. Que si se
están poniendo los medios, que si en Europa no la quieren clasificar como una
especie invasiva, que no se puede hacer otra cosa, que es la medida más
adecuada. Permítanme que lo dude.
Echo
en falta una incineradora, echo en falta un plan de trabajo, echo en falta una
plantilla de trabajadores permanente para intentar paliar el problema, y sigo
echando en falta un Instituto Observatorio de esta especie invasiva.
Por
nuestra parte sólo podemos hacer lo que hacemos, denunciarlo siempre que
podamos y por todos los medios que tengamos a nuestro alcance.