En
la anterior entrada, comenté la siembra de tomates kumato por extracción de
semillas del propio tomate. El procedimiento, bastante apresurado porque se me
echaba el tiempo encima, no me permitió la espera preceptiva para que la
semilla consiguiera reposo y una adecuada parada invernal. Ahora, con más
tiempo, me dispongo a explicar cómo se sacan las semillas para sembrar al año
que viene.
La
variedad que elegimos es el tomate Green Zebra o Tigre, una variedad a medio
camino entre el Kumato y el Raf, es decir con el color del Kumato pero la forma
más parecida al Raf. De sabor intenso y dulce, deben recolectarse cuando están
a medio madurar, porque se pasan con facilidad en la mata.
Las
semillas se encuentran, como se puede ver más cerca de la piel que del corazón,
así que si pelamos el tomate llevándonos parte de la carne, quedarán las
semillas accesibles.
Con una cucharilla vamos raspando para sacar las semillas
con la gelatina que la rodea.
Esta sustancia compuesta de agua principalmente,
es la que mantiene la semilla fresca e incluso si dejamos mucho tiempo el
tomate con buenas condiciones de humedad y temperatura ambiental, consiguen
hacerla germinar en su interior.
Metemos
las semillas en un colador y la ponemos al chorro de agua. En este punto, he
visto por Internet que algunos meten las semillas con la gelatina en un bote de
cristal y lo tapan durante tres días. Pasado este tiempo, la parte líquida
fermenta y despega la gelatina de la semilla, luego lo pasan por el chorro de
agua, pero yo no creo que sea buen procedimiento.
Si hemos comentado que la
semilla inicia la germinación dentro del tomate en ocasiones, haciendo ese
procedimiento, nos arriesgamos a iniciar la germinación. Si luego la paramos al
deshidratarla, cuando volvamos a activarla, habrá muchos fallos.
Por eso, yo lavo directamente las semillas. Eso si,
es bueno hacerlo con agua del grifo tratada, es decir, clorada. La razón es que
algunas de las enfermedades de la planta (Fusarium oxysporum f. sp,
lycopersici) se mantienen en la semilla. Si las lavamos con agua de pozo,
no conseguiremos eliminarlas. Usando agua clorada, desinfectaremos las semillas
quedando aptas para la siembra.
Una vez limpias, las dejamos secar en el mismo colador
durante un par de días a temperatura ambiente.
Transcurrido ese tiempo, pasamos las semillas ya secas a
un papel de celulosa separándolas con un palillo. Cubrimos con otro papel y
etiquetamos. Guardaremos en la caja de las semillas: Un cajón de madera de pino
con tapa, a temperatura ambiente. La madera regula la humedad y conserva las
semillas durante al menos 3 años.
Esperamos que la próxima primavera nuestras semillas de
tomate tigre mantengan su potencial germinador y nos proporcionen plantas sanas
y vigorosas.