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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Coliflores

    Una flor grande, blanca, entre hojas verdes, no me negarán que llama la atención. Y encima se come.
    La coliflor se conoce desde muy antiguo. Los sirios la utilizaban en medicina para calmar el dolor de cabeza y cortar las diarreas. Fueron los romanos los que comenzaron a cultivarla con fines alimentarios y a través de sus relaciones comerciales con el resto del Mediterráneo la fueron extendiendo. A Francia e Inglaterra llegó en el siglo XVI y a España en el XVIII.
    No es una verdura -aunque de verde no tiene nada- que sea muy consumida en los últimos años. Reconozco que a los niños les cuesta comerla porque -al menos a mí me pasaba- no tiene mucho sabor, y porque muchas veces se consumía en menestras o a la vinagreta.
    La planta está muy adaptada a nuestro clima, y soporta relativamente bien los fríos del invierno. Sembramos los plantones en diciembre-enero, y a principios de marzo ya están repuntando las primeras inflorescencias. En 15-20 días pueden estar más o menos así:

    La coliflor no posee clorofila. Por eso es blanca, y cuanto más blanca, más apreciada por el consumidor. Eso no quiere decir que sea más nutritiva, sino que es más agradable a la vista. Para conseguir que se mantengan blancas, algunos agricultores atan las hojas por encima para impedir que les entre la luz que provocaría manchas marrones. Yo lo que hago es cortar el nervio de las hojas por el envés, provocando que se cierre hacia adentro. No hay problema, porque antes de que se pueda secar la hoja, la coliflor estará ya para cosechar. El cultivo no difiere de las brócolis o las coles.
    La coliflor, como todas las crucíferas contiene vitamina C y flavonoides. Es buena para la circulación, diurética y rica en azufre y potasio, por lo que últimamente su consumo está relacionado con las dietas alimenticias.
    Pueden llegar a pesar unos 2 Kg. como la de la imagen.

    Deben cosecharse antes de que empiecen a abrirse los nódulos, porque se convierten en fibrosas. Su consumo se hace tras hervirlas rehogadas, como siempre con ajo y salteadas con jamón, jamon de york o panceta.
    Pero hoy, mi esposa se ha remangado y me ha obsequiado con uno de mis platos preferidos: escabeche de coliflor. Delicioso.

Un chascarrillo:

    Los antiguos asociaban los poderes curativos de las verduras, las frutas y las semillas relacionando su aspecto físico con la forma de los miembros humanos.
    La verdad es que las investigaciones modernas dan la razón en muchos casos a esta creencia popular. Por eso, como hemos comentado, pensaban que las coliflores eran buenas para el dolor de cabeza, por su parecido a un cerebro humano.
    Las nueces también lo parecen -incluso a los dos hemiferios-, y de la misma forma se recomiendan para activar la memoria.
    Las remolachas, con su aspecto rojo, nos recuerdan a la sangre, y efectivamente, su alto contenido en hierro favorece la formación de la hemoglobina.
    Los tomates parecen un corazón -si los cortas incluso parece contener aurículas y ventrículos-, y su alto contenido en licopeno y flavonoides facilitan la circulación sanguínea.
    El color de la zanahoria, ¿no recuerda la piel humana?. Y si la cortas ¿no recuerda la sección a un ojo humano? Buena para la piel y la vista.
    Las judías ¿no tienen forma de riñón? Buenas para el riñón.
    El apio, ¿los tallos no recuerdan a los huesos? Tienen un 23% de sodio, igual que los huesos.
    Los higos ¿no parecen bolsas testiculares? Favorecen la movilidad del esperma y aumentan su producción.
    Los limones y pomelos ¿no se parecen a las mamas humanas? Se ha descubierto que tienen una sustancia que inhibe el crecimiento de tumores en células mamarias.

    Estos antiguos eran listos, aunque supongo que el método de error-acierto ha sido depurado por siglos. Curioso ¿no?

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