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jueves, 20 de septiembre de 2012

Apio

      Una hierba mediterránea conocida y apreciada por egipcios, griegos y romanos con fines funerarios y como culto a los muertos. Los griegos decoraban con guirnaldas de apio las tumbas y los egipcios lo consideraban parte del ornamento de las momias. Lo asociaban a los muertos como nosotros asociamos los crisantemos.
      Fue precisamente un griego, Hipócrates en el siglo V a.C. el que descubrió con su consumo las propiedades que aún utilizamos. Es un potente diurético, rico en fibra, con un 90% de agua, y después del pepino,la hortaliza que menor valor energético tiene, por lo que es muy apreciado en las dietas de adelgazamiento. Contiene un aceite esencial –el que le da el olor característico- y otros compuestos como apiol, limoneno, psoralenos o apiina. Es bueno para los riñones, hipotensor y depurativo. Tomado en ensalada junto a la cebolla, ejercen un papel alcalinizante del organismo, eliminando toxinas por la orina, que con su consumo se hace más abundante. Es vasodilatador y antiinflamatorio, constituyendo un buen tratamiento para la gota y la artritis.

      Esta umbelífera se siembra en Extremadura en semillas a finales del verano, pudiendo trasladar los plantones a terreno definitivo sobre el mes de septiembre. Aunque en realidad es bastante rústica y se adapta bien si se siembra directamente al terreno, realizando un entresacado para dejar las plantas al tresbolillo. Se propaga con facilidad, y una vez que se adapta al terreno es posible que continúe reproduciéndose sólo al esparcir sus semillas en la zona que lo siembres por años. Su apariencia de perejil grande, y su olor a hierba recién cortada da un tono refrescante al huerto.

            Las dos variedades más conocidas son la verde y la amarilla. La que aparece en la foto es la verde, con pencas más pequeñas y crujientes y hojas más grandes. La variedad amarilla tiene las pencas más grandes y blancas. Se pueden blanquear las pencas si se aporca, pero a nivel de propiedades es indiferente.

            El empleo del apio en cocina es muy conocido. Forma parte de las sopas, caldos y  salsas, aunque unas hojitas frescas en la ensalada le proporciona un sabor excelente. Se conserva fresco con los tallos sumergidos en un vaso de agua para ir cogiendo según necesitemos, al menos una semana. También se puede congelar fresco y si lo colgamos atado boca abajo se puede desecar para añadir como condimento. La salsa de apio –unas hojas machacadas, con un poco de sal y aceite de oliva- es un buen complemento de las carnes asadas.

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