Fue precisamente un griego,
Hipócrates en el siglo V a.C. el que descubrió con
su consumo las propiedades que aún utilizamos. Es un
potente diurético, rico en fibra, con un 90% de agua, y
después del pepino,la hortaliza que menor valor energético
tiene, por lo que es muy apreciado en las dietas de
adelgazamiento. Contiene un aceite esencial –el que le da el
olor característico- y otros compuestos como apiol,
limoneno, psoralenos o apiina. Es bueno para los riñones,
hipotensor y depurativo. Tomado en ensalada junto a la cebolla,
ejercen un papel alcalinizante del organismo, eliminando toxinas
por la orina, que con su consumo se hace más abundante. Es
vasodilatador y antiinflamatorio, constituyendo un buen
tratamiento para la gota y la artritis.
Esta
umbelífera se siembra en Extremadura en semillas a finales
del verano, pudiendo trasladar los plantones a terreno definitivo
sobre el mes de septiembre. Aunque en realidad es bastante rústica
y se adapta bien si se siembra directamente al terreno, realizando
un entresacado para dejar las plantas al tresbolillo.
Se propaga con facilidad, y una vez que se adapta al terreno es
posible que continúe reproduciéndose sólo al
esparcir sus semillas en la zona que lo siembres por años.
Su apariencia de perejil grande, y su olor a hierba recién
cortada da un tono refrescante al huerto.
Las dos variedades más
conocidas son la verde y la amarilla. La que aparece en la foto es
la verde, con pencas más pequeñas y crujientes y
hojas más grandes. La variedad amarilla tiene las pencas
más grandes y blancas. Se pueden blanquear las pencas si se
aporca, pero a nivel de propiedades es indiferente.
El empleo del apio en cocina es
muy conocido. Forma parte de las sopas, caldos y salsas,
aunque unas hojitas frescas en la ensalada le proporciona un sabor
excelente. Se conserva fresco con los tallos sumergidos en un vaso
de agua para ir cogiendo según necesitemos, al menos una
semana. También se puede congelar fresco y si lo colgamos
atado boca abajo se puede desecar para añadir como
condimento. La salsa de apio –unas hojas machacadas, con un
poco de sal y aceite de oliva- es un buen complemento de las
carnes asadas.
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