Así que miramos las plantas
con detalle y descubrimos un paisaje espectacular en pequeño
–y no tan pequeño- de formas y colores. Son las
flores de nuestras superconocidas verduras, aunque viéndolas
así de cerca no nos resultan tan conocidas. A ver si
sabemos distinguirlas:
Efectivamente, son flores de
judías verdes.
Las siguiente seguro las conoce
todo el mundo. Son las de calabacín. Recordemos, las
masculinas con los tallos finos, las femeninas con los tallos
engrosados que son los pequeños calabacines.
Estas probablemente nos hayan
pasado desapercibidas, son las de tomate, siempre en racimillos de
cuatro o cinco.
Las flores de pepino se parecen a
las de los tomates, pero con los pétalos redondeados.
Unas flores que algunos detestan,
y que suponen si están frondosas, que tendrán una
reducida cosecha de patatas, lo cual es absolutamente falso. Son
preciosas. Las de las patatas.
Y por último, uno de los
pocos árboles que está ahora en plena floración,
el granado.
Y ahora toca hacer balance. Como
se puede ver en las fotos, ni rastro de pulgón, ni rastro
de insectos, nada de mildiud, nada de hongos, las plantas están
vigorosas y limpias. Sin duda mereció la pena los
desagradables olores de los purines. Repetiremos el tratamiento
cada 15-20 días.
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