Los romanos, con su extrema
superstición, pensaban que era un árbol que no podía
ser alcanzado por los rayos, así que en cuanto oían
tormenta, tomaban una ramita de laurel con el objeto de que no les
partiera un rayo.
El laurel es un arbusto que si se
poda convenientemente, termina convirtiéndose en un árbol
de bastante porte –hasta 10 metros-, que soporta muy bien
las podas y se regenera con facilidad, y al ser de hoja perenne se
utiliza a menudo en jardines y como planta ornamental.
Se puede sembrar de semilla, pero
lo más fácil y rápido es el acodado, y la
multiplicación por los brotes que aparecen al pie del
árbol. Se pueden sacar fácilmente con raíz y
trasplantarlos. Le cuesta algo coger el sitio, pero una vez
establecido, es difícil de erradicar. Prefiere los sitios
en semisombra y no muy expuesto a los vientos. Como hay que ir
cortándole los brotes que salen de abajo, al pie del árbol
se termina haciendo un engrosamiento de la raíz que puede
llegar a dimensiones desproporcionadas.
Del laurel se utilizan las hojas,
que contienen un aceite esencial y ácidos linoleico ,
oleico, laurico, pelargónico etc., además de
minerales como manganeso, potasio, calcio, magnesio, hierro, zinc
entre otros.Pero más que como remedio terapéutico,
que también lo tiene, se utiliza como condimento por ser un
estimulante del aparato digestivo, antiespasmódico,
hepático y carminativo. Evita el flato, la acidez de
estómago, la bronquitis, la tos y la faringitis.
Se puede usar fresco o seco –para
secarlo basta con arrancar una ramita y dejarla boca abajo-,
añadiéndolo durante la elaboración de las
comidas. Le va muy bien a las verduras, las legumbres, las carnes
estofadas y hasta a los arroces y pastas. Se debe retirar la hoja
después de cocinado pues permanece bastante dura. Si se
utiliza en polvo es conveniente no abusar porque los alimentos la
absorben con facilidad y pueden llegar a amargar.
La madera de laurel es bastante
blanda, blanca, resistente y muy poco anudada, por lo que se
utiliza en ebanistería fina. Las hojas verdes se pueden
colocar en armarios para preservar los abrigos de piel, pues
parece que mantienen la humedad y evitan el acartonamiento.
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